Vamos a ser sinceros: una de las peores partes de tener gato es gestionar la arena. Es una tarea diaria, que huele mal y que, nadie quiere hacer. Por eso, los areneros automáticos son ese objeto de deseo que muchos miramos con la esperanza de que nos liberen de la esclavitud de la pala. El problema es que muchos prometen el oro y el moro, y al final, o se atascan, o huelen peor, o la app es un des...